Me he sumergido hasta el centro de la tierra y he rogado al rey del agua que me dejara pasar la mano por tu oreja.
He aprendido a volar sin necesitar una avioneta, y todo el cielo he surcado para desde sus entrañas suplicarle al sol probar un segundo tu lengua.
“Un solo beso basta”, he mentido ante las nubes que, burlonas, han dibujado golosinas en el aire.
“Un cochino beso”, insistí ante un tribunal de divinos soberanos engalanados con perfumes de soberbia que respondieron sólo nada.
He engañado a mi propia mente con la ilusión de que tú eras antes lo que es nosotros ahora. Con la creencia en que nada puede ser todo.
Me he enfrentado a Poseidón y a Ra y a lo mitológico y etéreo y a mi mismo y a todo por tenerte delante hoy, y volveré a desafiarlos uno por uno, otra vez al llegar la noche, por tenerte otra vez mañana.
Jaime Pérez-Seoane de Z.