Jóvenes y viejos, siempre jóvenes y viejos. Antes, ahora y siempre jóvenes y viejos. Y, entre medias, aquellos que fueron jóvenes y empiezan a ser viejos. En Sol y en Vladivostok. En la derecha y en la izquierda.
Y al final la oscuridad o la luz, tan enternas la una como la otra. Tan insondables. Tan hermanadas. Tan resignadas.
Quizás el paraíso o el infierno estén en nuestra mente y sean tan ligeros como un pensamiento o tan fuertes como el más intenso de los sentimientos.
Quizás. Hay tantos quizás. Quizás sea mejor no pensar en el quizás. Quizás el quizás acabe en ese último seseo y acabe también en luz u oscuridad.
Carral del Prado.