Es un viaje de ida sin vuelta, un billete no querido, inapelable y desentendido. El destinatario somos todos, pero no la aguardamos, ni se sirve en plato frío.
¿Es nuestro final la muerte, o es el principio?
Sólo sé que deja un vacío, que se llora a ríos y que duele saber dolido a un amigo.
Hoy me acuerdo de la muerte porque visitó a un conocido.
Que en el sosiego de la paz eterna descanse,
que lo honren sus seres queridos.
La muerte se lleva un cuerpo, perpetúa un pulido recuerdo, y larga un hondo mensaje: Aprovecha cada momento de tu vida. No se te ocurra dar la espalda a un regalo de tan imprevisible firmeza.
J S